jueves, 30 de mayo de 2013

Relaciones sentimentales (dudas existenciales)

Algunas personas tenemos el “alma” inquieta. Demasiado. Y eso nos hace pensar excesivamente las cosas, darle vueltas a todo y pegarnos unas rayadas que no son de este mundo.
Yo últimamente vivo en una dicotomía constante  en cuanto a las relaciones amorosas se refiere. Para algun@s es muy sencillo: encuentras a la persona adecuada, lo gozas con el/ella y en algunos casos hasta se procrea. Lo normal viene siendo esto, una especie de “tendencia” que se da una y otra vez desde el comienzo de la humanidad (con mayores o menores variaciones). El ser humano es el único animal que establece parejas más o menos fijas. Pocos especímenes del reino animal hacen lo mismo. Lo normal en la naturaleza es transitar de unas parejas a otras con el único fin de engendrar.
 
Supongo que la conciencia del ser humano nos lleva a una existencia mucho más compleja y establece relaciones con mucha más profundidad que nuestros hermanos  primates, por ejemplo. Y much@s somos incapaces de entender la sexualidad como un mero trámite de fecundación (¡aunque de todo hay!). De modo que me pregunto cuál es la esencia del ser humano ante el amor, qué hay en su yo más intrínseco, cuál es su auténtica verdad.
Nos definimos como seres individuales que buscan acompañarse parcial o totalmente; esto es así. Necesitamos de los demás y vivimos en una continua búsqueda de compañías que nos aporten algo (también las hay que no aportan nada y misteriosamente las seguimos soportando, pero esa es otra historia). La predisposición más general es encontrar al compinche ideal y procurarte una vida alegre bien acompañadit@. La idea de pasar sol@ el resto de nuestra vida se nos torna algo casi insoportable. Pero, ¿es esa la esencia del amor? ¿Evitar la soledad?

 
Acabamos volviendo a ese otr@ parte imprescindible de nuestra existencia y nos regimos por unos códigos afectivos determinados. Es como si el destino más importante de todo ser humano fuera llegar a este punto de encuentro. Y quién no lo consigue es, cuanto menos, raro. El mundo muchas veces parece  estar confeccionado para dos. Nuestro linaje nos los viene recordando desde tiempos inmemoriales: tenemos que encontrar esa pareja como sea.
¿Y qué hay de mí? ¿Qué quiero en realidad? Yo, desde hace tiempo, vengo pensando que no sé de quién son mis propios deseos. No sé si son míos, fundamentales y taxativos, o si son los deseos de los demás. Y cuando digo los demás, digo la humanidad entera a través del tiempo.  ¿Me gustaría tener una pareja porque es lo que realmente quiero yo o porque  casi todo el mundo tiene una pareja…?
 
 
Por un lado, debo reconocer que la sensación de sentirte acompañada por alguien que te eleva, te mima, te entiende  y te pone mirando a Cuenca con asiduidad,  es muy gratificante.  Y una larga y rica vida en común tiene que ser interesante de experimentar: compartir los buenos momentos, los malos, ver crecer a tus hijos, superar los problemas, etc. Yo he sentido esto (aunque a menor escala) y la vida se vuelve algo más llevadera, más cómoda. Te hace sentirte segura y protegida, precisamente, porque te están cogiendo de la mano y caminan contigo. Si todo va bien con esa persona, la sensación de soledad se desvanece.
Pero por otro lado, estas etapas de soledad, también son increíblemente enriquecedoras. Vas sola, suelta, sin nadie que te sujete. Te vas dando muchas hostias, eso sí, y no hay unos brazos esperándote al llegar a casa. Pero maldita sea, hay algo guay en todo esto y es la manera de vivir desde tu propia perspectiva. Aunque a veces parezca que se lucha a contracorriente o que eres el bicho raro de tu entorno, al final tienes la sensación de vivir para ti y desde ti, y eso aporta un bienestar increíble.
 
 
Mi contradicción viene dada por mis experiencias personales, y mi duda acerca de si el amor es una serie de conceptos heredados o no, aún no se ha resuelto. Con mis parejas (aún en los momentos álgidos y bellos de la relación) siempre he tenido cierto regusto a equivocación. Algo muy sutil… pero me he despertado muchas veces al lado de la persona amada preguntándome si esa era la vida que yo quería. Y de algún modo anhelaba la libertad total y absoluta de hacer cuanto me viniera en gana sin necesitar a nadie. Pero cuando he estado en esas épocas de soledad tan felices y gratificantes, he tenido dudas de sí soportaría quedarme así eternamente mientras a mi alrededor la gente se empareja, forma familias y mueren acompañados. Y no he podido evitar sentirme una alienígena en un campo de amapolas.
Supongo que a la larga es todo más sencillo y hay gente que es auténticamente feliz (sin pararse a pensar de dónde provienen realmente sus sentimientos) con su compañer@ de viaje. Y hay gente que me dice que tengo estas dudas existenciales porque aún no ha llegado la persona adecuada a mi vida (a mí esto me suena a milagro bíblico). Pero dudo mucho que una persona ajena a mí, disipe toda duda y me haga fluir en una corriente de certezas absoluta.
 
 
Creo en el amor, pero a mi manera, que es super generosa, porque me gusta amar a mucha gente a la vez. Limitarme a una sola no me aportó demasiado en su día. Pero nunca se sabe si vendrá ese príncipe del que hablan, perderé la chaveta y dejaré de preguntarme tantas insensateces. El amor idiotiza, creo. Y diciendo cosas como estas, no me extraña que nadie quiera quedarse conmigo.
 
 
Curiosidades animales:
1. La mayor anarquía sexual se encuentra entre los chimpancés. La hembra en celo copula con toda una fila de machos que esperan pacientes su turno, sorprendentemente, sin pelearse. La chimpancé se asegura quedar embarazada y provoca confusión en la paternidad de las crías; así, si un macho cree que una cría es suya quizá se abstenga de matarla (¡qué lista!)
 
2. La hembra de la garrapata puede aumentar 100 veces su peso después de aparearse (a muchas mujeres les pasa lo mismo después del matrimonio…)

3. El orgasmo de un cerdo dura 30 minutos (menuda gozada)


4. Los rinocerontes emplean hora y media en aparearse (menudo coñazo)

5. La pulga tiene uno de los penes más largos de la naturaleza. Cuando está enamorada es hasta dos veces el largo de su cuerpo (por favor, quiero reencarnarme en una hembra de pulga)

6. El pene del pulpo macho se desprende después del acto sexual ( a los amantes egoístas les debería pasar lo mismo)

 
7. La Mantis hembra empieza las relaciones sexuales cortándole la cabeza a su pareja (eso son preliminares y lo demás tonterías)

7. La almeja dura comienza su vida como macho. Tras un año, la mitad se vuelve hembra, y el cambio es irreversible (Dios mío, entre almeja dura y el cambio de sexo, estos encantadores bichos se lo deben de pasar pirata)


9. El caballito de mar macho es el que se embaraza (son adorables los mires por donde los mires)


10. Los leones pueden copular hasta 50 veces al día (creo que prefiero reencarnarme en leona!)


 

miércoles, 29 de mayo de 2013

¿Placer o pecado?


Considero que una de las grandes pasiones de la vida es comer. Lamentablemente esto es algo que no se puede decir demasiado alto entre la mayoría de las féminas, pues parecemos destinadas a cuidar el aspecto físico hasta el extremo. Y aunque lo expresemos así de sincero, siempre parece planear sobre nosotras la sombra de lo inadecuado. Una mujer que se da un atracón, que goza comiendo como la que más, suele ser considerada una gordunfla (quitando aquellas pocas afortunadas que pueden comer barbaridades sin engordar un solo gramo).
 
¿Cuál es el problema? A las mujeres nos gusta beber cerveza, meternos una pizza entre pecho y espalda o darnos un festín de chocolate. Nos lo permitimos de vez en cuando, pero siempre acabamos justificándolo como si hubiéramos cometido el mayor de los pecados. El chocolate y el dulce en general, lo achacamos a la regla y no siempre es así. Nos blindamos de excusas absurdas para que los demás “comprendan” que esa voracidad era fruto de alguna causa concreta y no de la simple y mundana sensación de placer. Parecemos obligadas a mantener el tipo, no pasarnos, medir las cantidades, hacer operación bikini y si alguna vez te pasas, compensar haciendo un ayuno apropiado. Está claro que hay que cuidarse y mantenerse en forma llevando una dieta rica y equilibrada: nos alargará la vida y nos sentiremos mejor con nosotr@s mism@s... Pero ¿de verdad es necesario este yugo, esta corrección constante, esta aplastante sensación de sentirte una gorda cuando tragamos con ansía un bocado celestial?
 


 
 
Sufrimos presiones subliminales que nos meten en la cabeza cómo tenemos que ser para agradar a los demás. Sabemos que para llegar a ser como esas deidades, el sacrificio será bíblico. Y eso nos persigue allá donde vayamos. Llevamos una especie de culpa con nosotras que nos impide ser libres delante de un buen plato de comida.
 
 
Yo estoy harta de esto. Me gusta comer, y me gusta decirlo. Hay días que me pongo las botas y me pego unos atracones de aúpa. No quiero sentir culpabilidad por ello. Lo importante es moverte, tener una vida activa y para nada sedentaria que nivelará, mejor o peor, las calorías que nos estamos metiendo en el cuerpo.
 
Pero esos momentos de epifanía total y absoluta, cuando te sientas delante de un plato celestial y al primer bocado sientes algo orgásmico en tu paladar y en todos tus sentidos… eso no deberíamos prohibírnoslo. Ni deberíamos sentirnos mal por hacerlo. Hay que ponerse prosaicas de vez en cuando y liberarse de las presiones sociales que nos tienen atadas de pies y manos. Quizá no estemos en nuestro peso ideal ni nos parezcamos en absoluto al prototipo de mujer que nos venden. Pero la sensualidad, el atractivo físico y el magnetismo no siempre tienen que ver estos cánones. He conocido hombres que han disfrutado viéndome gozar ante un manjar y he compartido con ellos ese placer terrenal como quien comparte un trozo de paraíso. Al ingerir algo que nos gusta,  liberamos endorfinas sin control y esos tipos de  neurotransmisores tan cachondísimos, nos aportan una euforia que nos hará brillar. El cerebro se ilumina ante tal descarga  y ya se sabe que a felicidad siempre sienta bien, nos embellece y nos realza. Así que al compartir cualquier exquisitez con otra persona y regocijarse ambos de la misma, podemos casi asegurar que se tratará de un momento inolvidable entre ambos.
¿Merece o no merece la pena comer sin remordimientos…? Para mí, absolutamente sí.
 
 

lunes, 27 de mayo de 2013

Anaïs Nin: el amor se escribe en los diarios.

Aanïs Nin fue una mujer cuanto menos diferente. Mantuvo una ajetreada vida amorosa. Las relaciones que estableció eran de  lo más atípico para la época. Incluso a día de hoy, siguen resultando algo escandalosas. Lo escribió todo en sus famosos diarios, (Diarios de Anaïs Nin, volúmenes del 1 al 7 ) en los que se desnuda sin miramientos, se deja en carne viva y muestra las particularidades de su esencia.
Nació en Francia pero vivió en París, Nueva Yok y Los Ángeles. Una mujer de mundo, vaya. Su padre era un compositor y pianista cubano y su madre una famosa cantante, cubana también. Ella empezó a escribir muy pronto sus diarios; con once años ya estaba registrando todo cuanto pasaba en su vida, que ya por aquel entonces debía ser la mar de interesante. Siguió con esta costumbre durante décadas, lo convirtió en literatura y se expuso a los ojos del lector sin reparos contando todo tipo de intimidades y reflexiones. Anaïs empezó a escribir a los once años como consecuencia de un hecho que la marcaría de por vida: el abandono de su padre.
Esta señorita supo relacionarse bien y gozó de compañías interesantísimas como Antonin Artaud, Otto Rank, Edmund Wilson, Gore Vidal… y el más significativo: Henry Miller, que se convirtió en su ardiente y disperso amante.
Trabajó como modelo y como bailaora de flamenco y a los 19 añitos se casa con un banquero que le aburre soberanamente. Entonces decide hacerse escritora de verdad para darle algo de emoción a su grisácea  vida matrimonial. Y lo consigue.

 
En 1931 conoce a Herny Miller y ambos quedan fascinados. Se admiran literaria y carnalmente (esto nos podía pasar a todas alguna vez en la vida) y claro, sucumben a la pasión en todos los sentidos. La correspondencia que se establece entre ellos nos muestra a dos seres llenos de complicidad e intimismo. Mantienen sus amoríos durante varios años.
 


 
 
 June, la mujer de Henry, no sólo conoce la existencia de Anaïs, si no que se muestra encantada con ello y la acaba iniciando en el vouyerismo y el safismo. Además, según parece, se lo pasan muy bien juntas. Atención a lo que Anaïn escribe de ella:
 
(…) Cuando June caminó hacia mí desde la oscuridad del jardín hacia la zona iluminada por la puerta abierta, vi por vez primera la mujer más bella de la tierra. Un rostro sorprendentemente blanco, unos ardientes ojos negros, un rostro con tanta vida que sentí como si fuera a consumirse ante mis ojos. Hace años traté de imaginar la auténtica belleza; creé en mi mente la imagen de una mujer así. Sólo la pasada noche la vi. (…) Es una mujer extraña, fantástica, nerviosa como alguien en estado febril. Su belleza me inundó. Cuando estaba sentada ante ella pensé que haría todo lo que me pidiera. (….)
 
(June da para otra entrada, porque fue una mujer de agárrate  y no te menees: cabaretera y bisexual, no digo más).
Se establece pues una especie de triángulo amoroso entre el matrimonio y Anaïs (¡qué suerte tuvo Henry!), quién tampoco abandona a su cónyuge: prácticamente lo tiene ahí como quién tiene un mueble decorativo.
Anaïs era un alma sedienta de vida y de sexo. Se dio a la pasión con ahínco, explorando su propio cuerpo-templo hasta conocer perfectamente la anatomía del placer. Hablaba sin tapujos de ello. La sexualidad era algo casi sagrado. Pero también mostró un vehemente interés por el psicoanálisis, práctica con la que estuvo trabajando durante una época.  Por ese entonces es cuando se reencuentra con su padre, Joaquín Nin, el músico que se fue a por tabaco… Y no se les ocurre otra cosa que involucrarse una relación incestuosa, aunque esto fue negado por su propio hermano (según una declaración de la escritora Zoe Valdés).
Anaïs fue la primera mujer que publicó relatos eróticos, Delta Venus, con una gran influencia del Kamasutra. Y es  que se ve que era toda una experta en las artes amatorias.
También pasó dificultades económicas y aquí sobreviene un capítulo muy interesante de su vida: desesperados por conseguir dinero, ella junto a Henry, se ponen a escribir narrativa pornográfica para un “coleccionista anónimo”, a un dólar por página (¡qué afortunado desconocido! ¡Practicar el onanismo con la literatura de tan ilustres personajes!)
En 1995 se casa por segunda vez con Rupert Pole, sin haberse divorciado de su primer marido. Y así, lleva una doble vida con uno y con otro.  Éste último toleraba sin problemas los affairs de su esposa. Incluso sabía que estaba con Pole y lo consentía sin problemas (¡maravilloso libertinaje!).
Acaba su vida con Pole, enferma de cáncer, pero siempre mantuvo relación con sus otros amantes (se lo montó muy bien a mi parecer).
 
Aunque pueda parecer un personaje excéntrico y oscuro (sobre todo por la supuesta relación incestuosa), hay que reconocerle el inmenso mérito de introducirse como primera mujer en el mundo de la literatura erótica. Anaïs hizo lo que le vino en gana cuando le vino en gana, sin prejuicios ni arrepentimientos. Se supo acompañar muy bien, disfruto de su cuerpo sin miramientos y amó con entrega.
 A mí me parece fascinante y me embeleso con esa vida tan llena de todo. Era dueña de su destino, de su cuerpo y de su corazón. En una época en la que la mujer era poco más que un cero a la izquierda, esta señora hizo en todo momento lo que el cuerpo le pedía y brilló con luz propia como ninguna.
 


 

" ...el misterio entero del placer en el cuerpo de una mujer yace en la intensidad de la pulsación momentos antes del orgasmo. Es a veces lento, one-two-three, tres palpitaciones que proyectan un licor helado y ardiente a través del cuerpo. Si la palpitación es suave, silenciosa, el placer es como una onda más apacible.. Si la palpitación es intensa, el ritmo y su golpe es más lento y el placer más duradero. Flechas de carne fulgurantes, una segunda ola de placer recubre la primera, una tercera toca cada terminación nerviosa, y ahora una última atraviesa el cuerpo como una corriente eléctrica. Un arco iris de color golpea suavemente los párpados y una música resuena en los oídos. Es el gong del orgasmo. Hay veces en que una mujer siente su cuerpo ligeramente encendido. Otras cuando alcanza tal clímax que parece que nunca podrá superarlo. Tantos clímax. Algunos causados por la ternura, otros por el deseo, algunos por una palabra o una imagen vista durante el día. Hay veces en que el día mismo pide un clímax, y días que no terminan en un clímax, cuando el cuerpo está dormido o soñando otros sueños..."

"Me niego a vivir en un mundo ordinario, como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo mi mundo. No me adaptaré al mundo...me adapto a mí misma"


De Diarios de Anaïs Nin.

domingo, 26 de mayo de 2013

Y la palabra del día es:

catarsis.
(Del gr. κάθαρσις, purga, purificación).
1. f. Entre los antiguos griegos, purificación ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza.
2. f. Efecto que causa la tragedia en el espectador al suscitar y purificar la compasión, el temor u horror y otras emociones.
3. f. Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda.
4. f. Eliminación de recuerdos que perturban la conciencia o el equilibrio nervioso.
5. f. Biol. Expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo.
 
 
La primera imagen que sale en google al poner Catarsis es ésta:
 
 
 

El aspecto físico.

 
Es cierto. La sociedad (sobre todo la occidental) se mueve regida por unos valores estéticos muy concisos. Hay unos cánones establecidos que se han grabado a fuego a causa de bombardeos publicitarios y otros cauces. Estos patrones se acaban repitiendo hasta la saciedad y se forman unos "ideales" de belleza muy concretos.
 


 
 
A mí esta homogeneidad no me dice mucho. Es más, me aburre. La considero fría y aséptica. Pero tengo que reconocer que el atractivo físico es todo un detonante a la hora de establecer contacto con nuestros semejantes y que hay personas a las que no tocaríamos ni con un palo y otras que nos resultan dios@s terrenales.
 
Para mi goce visual, el conjunto de un físico es significativo. En un primer contacto, todo entra de golpe: ves que es alto, moreno, con la nariz grande… lo que sea. Pero la magia surge después. Cuando ya has estado un rato con esa persona y empiezas a advertir pequeños detalles que, o bien pueden dar al traste con esa primera buena impresión, o pueden hacerte pensar que tienes delante al padre/madre de tus hijos. Y a veces ni una cosa ni la otra, claro. También está la gente ultra-neutra que te llama la atención lo mismo que un calcetín blanco de algodón.
 
Al lío. A mí estas pequeñas cosas son las que me rechiflan en un hombre:

 
- Las comisuras. Me parecen apetitosas a más no poder…. Hay comisuras preciosas, curvaditas sutilmente hacia arriba que me vuelven loca.
- La elevación de las cejas. Me gusta también que se eleven hacia arriba ligeramente, las dos juntas, y que sea un gesto casi perenne. Me transmite curiosidad, viveza e inteligencia.
- Que tengan barba. Esto es algo muy fetiche para mí, y suelen ganar bastantes puntos los hombres que la llevan. A no ser que se trate de una barba alopécica. En ese caso, lo mejor es salir corriendo.




 
 
- Que se acaricien la barba mientras piensan, hablan o te miran. Un hombre acariciando pelo tiene unas connotaciones muy sexuales. Si al hacerlo te está mirando a ti, prepárate para liberar endorfinas.
- Que se sienten con las piernas cruzadas. ¿Hay algo más delicioso que un matiz femenino en un cuerpo masculino?
- Una gran nariz. No sé de donde me viene esta preferencia por los hocicos prominentes, pero el caso es que es un rasgo que me dice mucho. Quizá sea una asociación de ideas un tanto extraña, pero relaciono narices grandes con interesantes personalidades.


 
Las personas somos grandes universos por descubrir y hay ciertos encantos que pueden llegar a hacernos delicios@s a los ojos del otr@. Siendo un poco observadora, como inevitablemente soy, al mirar a ciertos especímenes, me parece estar contemplando un paisaje lleno de particularidades. ¡Qué gusto quedarte embelesada mirando aquello que consideramos bello!
 

 
 

sábado, 25 de mayo de 2013

¡Puedo volar!

 
El otro día me alarmó  mucho un comentario que hicieron mis padres, ambos dos, refiriéndose a lo mismo: se habían sentido tentados de tirarse desde un acantilado de Menorca.
 
Cuando me lo soltaron así, en mitad de la paella dominical, casi me atraganto con mi propio corazón. ¿¿¿¿¿Cómo????? Pensé que alguien había puesto opiáceos en sus desayunos horas antes, porque no conozco a nadie más racional que ellos. Y la perla que acababan de soltarme era propia de un trastornado psíquico.  
 
“Pues si hija. Estábamos ahí arriba, que está muy alto, y miré hacia abajo y me dieron muchas ganas de tirarme” – apuntó mi madre, que lo dijo con una tranquilidad tan pasmosa como turbadora. 
 
“Uy, si si… a mi me pasó igual. Tuve que apartarme del borde porque era como si el mar me llamara, como si el vacío me atrajera… me pasa muy a menudo. ¿A ti no?”  - me preguntó mi padre.
 
 
 
 
Pues no. Nunca me he sentido atraída por el vacío. Una sensación extraña sí que me produce. Me inquieta, me revuelve un poco las tripas, me pone nerviosa…. pero de ahí a sentirme tentada de saltar… va a ser que no. 
 
Lo sorprendente es que mis padres describían esta sensación como algo bastante habitual, como si cada vez que están a  gran altura, sus cuerpos y sobre todo, su mente, desearan con todas sus fuerzas darse a la gravedad y caer en picado. Y tienen que apartarse y todo, porque ahí está el mismísimo mal llamándoles seductoramente desde los avernos. Además dicen que es algo bastante común, que hay mucha gente que tiene las mismas sensaciones y que por eso hay tantos suicidas amantes de las alturas… quizá no tenían ni la intención de suicidarse, pero se acercaron al borde, oyeron las voces del vacío y catapum… a volar.
 
 
 
 
Todo esto me puso los pelos como escarpias. Me parece, cuanto menos preocupante, que esa tentación se le pueda poner a tiro a cualquiera. Es algo demasiado irracional. Pero el caso es que empecé a buscar información en internet y he descubierto que, efectivamente, así es: mucha gente siente esa llamada, esa necesidad irrefrenable de tirarse al vacío. Muchas personas experimentan lo mismo y tienen que apartarse de tan macabros impulsos. A mi esto me ha dejado flipada a más no poder. Y me quedé completamente trastornada cuando días después de esta conversación, mi madre me contó que había salido en las noticias que una mujer se había tirado desde ese mismo acantilado de Menorca, pereciendo entre las aguas del océano. 
 
Cierto es que, hablando con mi hermano (afincado en Menorca esporádicamente), él ya me había contado que en la isla hay más suicidios de los que “enseñan”. Es decir, que no interesa que se sepa el número real de suicidas porque esto provocaría una alarma social de aúpa. Pero al parecer, a más de un menorquín/menorquina, les gusta tirarse desde los acantilados más que a un tonto un lápiz. 
 
 
Yo no sé si creerme todo esto. No hay teorías que expliquen esta tendencia tan negra y lúgubre, excepto quizá factores ambientales, aunque ni tan siquiera esto explicaría al cien por cien la mayoría de los casos. Es un tema interesantísimo, eso sí, y pienso seguir indagando. Además en unos días viajo a dicha isla. 
 
No se me ocurrirá asomarme a precipicio alguno. 
 
 
 
Nunca se sabe. 

viernes, 24 de mayo de 2013

Nombres guays.

Faustina


  • Frecuencia del nombre FAUSTINA en España:
FAUSTINA es el 442º nombre de mujer más común de españa, en todo el territorio español nos encotramos que hay censadas 4.939 personas con FAUSTINA como nombre, Teniendo estas personas una media de edad de 67.8 años.

  • Deriva de la palabra Faustus: feliz, a la que favorece la
    suerte. Su origen es latino. 
  • Faustina es una persona ordenada y con gran capacidad para la administracion. Es una persona que toma grandes precauciones para todo y es muy juiciosa. Deja en claro sus opiniones y es muy sincera por lo que puede llegar a caerle mal a los otros y es por ello que no tiene muchos amigos. No tiene un gran tacto social. Podria ser un muy buena escritora o profesora. Al ser tan perfeccionista tambien podria ser constructora ó ingeniera.  









Yo conozco a una única Faustina, que es una compañera de trabajo y tiene cara de no pertenecer a este siglo.

 

Y la palabra del día es:

filia.

(Del gr. φιλία).

1. f. Afición o amor a algo.

Violencia de género.


La violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún sistema político o económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo el mundo, la violencia o las amenazas de violencia impiden a las mujeres ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos.

Amnistía Internacional, Está en nuestras manos. No más violencia contra las mujeres.[20

 


Cuando era pequeña vivíamos en lo que fue el primer piso familiar de mis padres. No fue precisamente una época feliz, pero esa es otra historia.

El caso es que, aparte de nuestros problemas personales, convivíamos pared con pared con un drama familiar mucho más gordo.

Nuestros vecinos de al lado eran un matrimonio con cuatro hijos. El de mayor edad contaba con siete años. El padre era un trasnochador irremediable, un vago de manual y un ser despreciable en muchos sentidos. Pero su peor faceta era la violencia, que se expandía como una marea negra día sí y día también.

Salía casi todas las noches a hacer fechorías tales como beber como un orco, drogarse hasta perder la cabeza y muy posiblemente, zorrear con otras mujeres. Tenía pinta de gitano, pero de gitano guapo. Pelo azabache y engominado, trajes de gánster, piel oscura y chulería para tumbarlos a todos. En cierto modo, tenía porte.

Pero perdía los papeles con la misma facilidad que Jack Torrance y de madrugada, entraba de una manera en el hogar familiar que era un primor. Golpes, insultos, gritos… todo era poco para hacerse de notar. Yo, al otro lado de la pared y completamente aterrada, solía levantarme de la cama y correr a los brazos de mi madre. Ella y la susodicha y maltratada vecina, eran uña y carne. Forjaron su amistad en sus respectivos balcones mientras esperaban a sus maridos que habían salido de putiferios varios. Si, mi padre tampoco andaba muy fino en aquella época… De modo, que los golpes que la vecina recibía, eran a su vez,  golpes terribles en el corazón de mi madre. Padecía por ella y se le hacía insufrible ser testigo de aquella atrocidad.

Mi vecina al principio se achicaba, pero después se defendió como pudo. Como una loba, protegió a sus hijos de aquel mal que destrozaba su seno familiar. Y nosotros con ellos. Salimos muchas veces corriendo calle abajo para, literalmente, esconderlos de aquella bestia.  Llamamos a la policía miles de veces, pero por aquel entonces la sociedad no estaba tan “concienciada” con ese tipo de violencia y no era algo tan escandaloso como para meter en chirona a aquel desgraciado. Denuncias, si. Muchas. Pero todo quedaba ahí.

Mi vecina, como decía, le echó ovarios al asunto. Recuerdo cómo nos contaba que le había lanzado un cenicero a la crisma para defenderse, o le había dado un escobazo en la columna o le había arañado los antebrazos como un puma.

Lo peor de todo, fue la normalización. Empezó a ver casi normales aquellas detectables conductas, convirtiéndolas en una rutina cotidiana. Los besos se convirtieron en bofetadas, los abrazos en empujones y las palabras en insultos, todo muy normal. Y ahí está la peligrosidad, en regularizar esa situación y aceptarla como la vida real, la que te toca vivir, la que hay en definitiva.

Se mantuvo años así. Los niños, por ende, también. De los cuatro, el más sensible era el mayor, pero también el más osado, pues se interponía entre sus desquiciados progenitores a riesgo de llevarse algún hostiazo también. No soportaba lo que le hacían a su madre y ese odio fue creciendo en él hasta la fecha de hoy. Con treinta y seis años, está enchironado por macabros casos de maltrato a sus parejas. Para cuando sus padres se separaron, ya fue demasiado tarde para él y la semilla del rencor se le había metido muy adentro. De modo que repitió las mismas conductas que había aborrecido en su propia casa, pegó con la misma fuerza que su padre y destrozó a mujeres psicológica y físicamente.

Esta terrible epidemia que asola a millones de hogares parece no tener fin. Está en nuestras manos seguir concienciando a las mujeres de todo el mundo contra dicha barbarie. Es una tarea compleja (hace falta mucha psicología para ayudar a una persona a salir de ese infierno), pero debemos seguir luchando a favor de nuestro bienestar como mujeres y por el derecho a una vida familiar estable y feliz.

Para acabar, expongo unas estadísticas al respecto que dan susto al miedo:

  • Del 45% al 60% de los homicidios contra mujeres se realizan dentro de la casa y la mayoría los cometen sus cónyuges.
  • La violencia es la principal causa de muerte para mujeres entre 15 y 44 años de edad, más que el cáncer y los accidentes de tránsito.
  • La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema con proporciones de epidemia, la violación de los derechos humanos más generalizada.
  • La Comisión de las Naciones Unidas señala que por lo menos una de cada tres mujeres y niñas ha sido agredida física o abusada sexualmente en su vida.
  • El miedo y la vergüenza siguen impidiendo que muchas mujeres denuncien la violencia y, por ello, los datos recogidos son inconsistentes.
  • Las adicciones alteran la conducta y en la mayoría de casos de violencia a mujeres es bajo el efecto de alcohol o drogas.
  • Cada 15 segundos una mujer es agredida.
  • En 1 de cada 3 hogares ha habido maltrato emocional, intimidación, abuso físico y sexual.
  • A escala mundial, se estima que al menos 1 de cada 3 mujeres ha sido golpeada, coaccionada para tener relaciones sexuales o ha sufrido otro tipo de abusos por algún hombre presente en su vida.
  • Cada 6 horas ocurre el asesinato de una mujer en México.
  • 1 de cada 5 días de trabajo que pierden las mujeres se debe a la violencia que sufren.
  • Cada 9 minutos una mujer es violentada sexualmente.
  • 4 de cada 5 de las mujeres separadas o divorciadas reportaron situaciones de violencia durante su unión, y un 30% continuaron padeciéndola, por parte de ex parejas, después de haber terminado su relación.
  • Más de 85% de los casos de agresión contra mujeres que son denunciados en México quedan impunes.
  • Del total de las mujeres casadas o unidas, 60% ha sufrido algún tipo de violencia patrimonial, ya sea por algún familiar u otra persona.
  • La violencia doméstica tiene un impacto potencial sobre la capacidad futura de los niños para conseguir un empleo adecuado, ya que los niños que vienen de hogares violentos suelen tener escaso rendimiento escolar. En Latinoamérica, la edad promedio de deserción escolar es de 9 años en caso de existir violencia intrafamiliar, contra 12 años en caso de no contar con ella.




jueves, 23 de mayo de 2013

Y la palabra del día es:


arrobar1.

(De robar).

1. tr. embelesar.

2. tr. ant. robar (quitar o tomar lo ajeno).

3. prnl. Enajenarse, quedar fuera de sí.
 
 

Núria


Me encanta mi amiga Núria. Y la necesito como el aire que respiro. Es una persona de esas que te despiertan el lado salvaje, alocado y despreocupado de la vida. Rodearme de gente así es algo terapéutico y vital, rejuvenecedor incluso. Con ella me siento una jovenzuela impetuosa sin filtros ni contenciones. Es decir, hablamos con total naturalidad de unas guarradas tan  escandalosas como quién habla de que ha subido el pan. Ayer mismo nos dijimos unas lindezas tal que así:

Yo: Putón verbenero, yo contigo me iba al fin del mundo.

Ella: Vale… pues quedamos y nos follamos a todos los tíos buenos que veamos.

Y se queda más ancha que larga. Aunque hay que decir que nuestras intenciones sexuales no dejan de ser un teatro del bueno, del absurdo. No vamos por ahí intentando follarnos a todos los tíos buenos. Ya nos gustaría…

El caso es que sacamos nuestro lado más depravado juntas y fantaseamos con orgías, negros, empalamientos y fisting… todo nos acaba dando una risa de morirnos.  También compartimos confidencias sexuales íntimas (algo muy frecuente en el mundo femenino), nos aconsejamos sobre consoladores y otras herramientas de placer y por la calle nos vamos fijando en los chicos más atractivos como monas en celo. Es todo muy natural entre nosotras y por eso estoy enamorada hasta las trancas de su espontaneidad. Es la mujer más alegre y feliz que conozco. Y eso se contagia. Cuando tengo un mal día, de esos grises, densos y tristones, basta cruzar un par de palabras con ella para que todo se vuelva rosa chillón. O rojo putón. Supongo que me hace relativizar las cosas, verles en lado sonriente y ponerles un toque de humor. Me hace la vida más llevadera.

Hoy me voy con ella a un restaurante Sirio, no sólo para probar su exquisita comida, si no para regodearnos con el espectacular físico de uno de los camareros. El pobre muchacho no sabe lo que le espera…. Va a acaparar nuestras fantasías sexuales más indecentes y exóticas. Y es que, con una amiga así, no hay manera de comportarse.  
 
 

Dark Star


El nombre de este blog se debe a una canción que me ha traspasado. Y hacía tiempo que eso no me sucedía. Quizá haya llegado en un momento emblemático y oportuno para mí. Justamente por eso, considero que hay canciones que son puro simbolismo y es curioso cómo nos encuentran.

Dark Star forma parte del álbum Give You the Ghost, que ya solo por el título me tiene encandilada. En la portada contemplamos un ventanal y bajo este, una cama vacía y deshecha. Transmite una sensación soledad tremenda.
 
 
Su deliciosa vocalista,  Channy Leaneagh, ha basado su trabajo en el vacío que nace de las ausencias cotidianas y sus letras tienen tanta melancolía como fuerza.

Poliça es el nombre de la banda y este primer trabajo, “apadrinado” por el magnífico Justin Vernon, me ha impresionado por su calidad, sus atmósferas y algo que me chifla hasta límites insospechados: el sutil vocoder en la voz de Channy. Estéticamente, es todo un primor. Me resulta una de esas mujeres altamente deseables, incluso para las féminas. En el video de la canción se muestra etérea y delicada, sin dejar de  irradiar poderío de cabeza a pies.


 

 
 
 
Y la letra de Dark Star es lo que acabó de enamorarme definitivamente. A pesar de esta soledad tan presente a lo largo de todo el repertorio, Dark Star tiene una energía abrumadora. Es una de esas letras con las que las mujeres (algunas) empatizamos totalmente:

 
No hay un hombre en este mundo que me pueda tirar abajo

de mi estrella oscura, estrella oscura…


Y es que hay veces que necesitamos escuchar algo así, que venga alguien a decírnoslo para recobrar cierta fortaleza y nos levantemos de nuestras miserias para acabar brillando en nuestro propio espacio.  El disco de Poliça me resulta femenino a más no poder y todo lo que transmite feminidad a mí me vuelve completamente loca.

Dark Star es  un himno a la liberación y eso tiene mucho que ver con lo que pretendo escribir por aquí. Inspirada en este magnífico descubrimiento personal y musical, pretendo, oscuramente, brillar un poquito en mi propio universo.