domingo, 26 de mayo de 2013

El aspecto físico.

 
Es cierto. La sociedad (sobre todo la occidental) se mueve regida por unos valores estéticos muy concisos. Hay unos cánones establecidos que se han grabado a fuego a causa de bombardeos publicitarios y otros cauces. Estos patrones se acaban repitiendo hasta la saciedad y se forman unos "ideales" de belleza muy concretos.
 


 
 
A mí esta homogeneidad no me dice mucho. Es más, me aburre. La considero fría y aséptica. Pero tengo que reconocer que el atractivo físico es todo un detonante a la hora de establecer contacto con nuestros semejantes y que hay personas a las que no tocaríamos ni con un palo y otras que nos resultan dios@s terrenales.
 
Para mi goce visual, el conjunto de un físico es significativo. En un primer contacto, todo entra de golpe: ves que es alto, moreno, con la nariz grande… lo que sea. Pero la magia surge después. Cuando ya has estado un rato con esa persona y empiezas a advertir pequeños detalles que, o bien pueden dar al traste con esa primera buena impresión, o pueden hacerte pensar que tienes delante al padre/madre de tus hijos. Y a veces ni una cosa ni la otra, claro. También está la gente ultra-neutra que te llama la atención lo mismo que un calcetín blanco de algodón.
 
Al lío. A mí estas pequeñas cosas son las que me rechiflan en un hombre:

 
- Las comisuras. Me parecen apetitosas a más no poder…. Hay comisuras preciosas, curvaditas sutilmente hacia arriba que me vuelven loca.
- La elevación de las cejas. Me gusta también que se eleven hacia arriba ligeramente, las dos juntas, y que sea un gesto casi perenne. Me transmite curiosidad, viveza e inteligencia.
- Que tengan barba. Esto es algo muy fetiche para mí, y suelen ganar bastantes puntos los hombres que la llevan. A no ser que se trate de una barba alopécica. En ese caso, lo mejor es salir corriendo.




 
 
- Que se acaricien la barba mientras piensan, hablan o te miran. Un hombre acariciando pelo tiene unas connotaciones muy sexuales. Si al hacerlo te está mirando a ti, prepárate para liberar endorfinas.
- Que se sienten con las piernas cruzadas. ¿Hay algo más delicioso que un matiz femenino en un cuerpo masculino?
- Una gran nariz. No sé de donde me viene esta preferencia por los hocicos prominentes, pero el caso es que es un rasgo que me dice mucho. Quizá sea una asociación de ideas un tanto extraña, pero relaciono narices grandes con interesantes personalidades.


 
Las personas somos grandes universos por descubrir y hay ciertos encantos que pueden llegar a hacernos delicios@s a los ojos del otr@. Siendo un poco observadora, como inevitablemente soy, al mirar a ciertos especímenes, me parece estar contemplando un paisaje lleno de particularidades. ¡Qué gusto quedarte embelesada mirando aquello que consideramos bello!
 

 
 

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