A raíz de la
noticia de la muerte (en extrañísimas circunstancias) del cámara Mario Biondo,
se ha vuelto a desatar cierta polémica en cuanto a una prácticas sexuales más
perturbadoras como es la hipoxifilia. Su esposa, Raquel Sánchez Silva, no hace
más que desmentirlo una y otra vez en las redes sociales, calificando la muerte
de su compañero como un “desgraciado accidente”.
Algunas
fuentes (no sé si fiables o no) dicen que la causa del fallecimiento fue por
ahorcamiento. Si juntamos eso con el accidente al que se refiere Raquel, da que
pensar, porque… ¿cómo se tiene un incidente de este tipo? ¿Quién se ahorca sin
querer? Creo que únicamente quién practica cierta parafilia corre ese riesgo.
Entiendo así mismo, que la familia quiera ocultar los detalles más escabrosos y
aclarar que no fue un suicidio o algo peor. Honrar la memoria del fallecido es
todo cuanto pueden hacer ahora. Comprensible en todo caso.
Al margen de
este suceso todavía sin esclarecer, me he puesto a indagar en este tipo de
práctica que me ha parecido tan oscura como peligrosa.
La asfixia
erótica (o autoasfixia erótica si lo práctica una única persona) cosiste en la
privación de oxígeno que tiene como objetivo aumentar la intensidad del
orgasmo. Se suele llevar a cabo cubriendo la cabeza con plásticos/látex o
mediante la semiestrangulación. Se puede hacer a solas o en compañía.
Obviamente, si se comparte con una segunda persona, el riesgo es menor, puesto
que siempre habrá alguien que pueda poner fin a la práctica en caso de se corra
verdadero peligro (aunque también se le puede ir la mano y mandarte al otro
barrio a la primera de cambio…)
Esta
actividad no es en absoluto novedosa, pues parece remontarse a la antigüedad en
algunos pueblos asiáticos. Se llegó
incluso a tratar como remedio a la disfunción eréctil. Al parecer, el inicio de
esta parafilia, vino dado por la observación en los ahorcados, que tenían unas
erecciones de aúpa en el proceso de la muerte, llegando incluso a eyacular
durante o después. Se dice que fue introducida en Europa por soldados
de la Legión Extranjera francesa a su regreso
de la guerra de Indochina.
El caso es
que es muy peligrosa puesto que es complicado medir el nivel de tolerancia de la persona a la que se le está practicando
o incluso la propia. El placer que experimentan las personas que la llevan a
cabo, bien puede anular la voluntad de las mismas, queriendo quizá llegar un
poquito más lejos para conseguir más intensidad. Pero la falta de oxígeno en el
cerebro es fatal y puede provocar un desmayo del que ya no se volverá a
despertar jamás. Y ahí te quedas, colgad@ como un jamón y siendo la noticia del
día.
Hay un
montón de personajes famosos que murieron gozándola de esta manera. Archiconocido es el caso de David
Carradine, al que se le fue la mano dentro de un armario.
Pero uno de
los casos que más me han llamado la atención fue el que inspiró a la película
“El imperio de los sentidos”.
Sada Abe era
una nipona de clase media-alta que fue mundialmente conocida por asfixiar a su
amante, cortarle los genitales y llevarlos en su bolso como quién lleva un
neceser.
La historia
de esta mujer es interesante y sombría: para empezar, era la séptima hija de
los ocho hijos de unos famosos fabricantes de tatamis en Japón. A los catorce
años fue brutalmente violada y desarrolló una identidad sexual casi
inclasificable. Sus padres, desesperados, vieron como única solución venderla a
una casa de geishas.
Comenzó a trabajar como prostituta siendo muy
joven y pronto se ganó la fama de camorrista: robaba dinero a los clientes y le
ponía todo lo ilegal, lo prohibido o lo violento. De hecho, la sublime trata en
la casa de geishas debió parecerle aburrida y escapó varias veces para ejercer la prostitución de lujo a su manera.
Se dice de
ella que fue una ninfómana de cuidado y una voraz depredadora sexual. Pero por
aquel entonces apenas conocía la entrega amorosa y espiritual que
experimentaría un tiempo después.
Sada,
después de sus idas y venidas en los prostíbulos de Osaka, acabó como camarera
en un hostal regentado por Kichizo Ishida, quién se convertirá en su amante más entregado. Juntos, se embaucaron
en un mundo de fantasías sexuales muy sibaritas, y ahí es donde descubren el
placer del estrangulamiento como prolongación del orgasmo. Kichi, que debía se
un hombre muy sumiso y complaciente, accedía a todo lo que su desequilibrada
amante le propusiera, y su mayor obsesión era procurarle a ella un orgasmo infinito
e inolvidable.
Una noche y previo pacto de amor/muerte,
Sada coge su obi y con él estrangula a su amante, que se halla en un éxtasis
increíble. Suponemos que moriría feliz, pues consigue elevar el placer sexual
de su amante a límites insospechados, ya que era lo que el pobre hombre perseguía
a cambio de su propia vida.
Una vez muerto el amante, Sada le corta los genitales y los mete en su
bolso, llevándolos a todas partes como un relicario. Además, en unas declaraciones a la policía,
admite que cogió esa parte del cuerpo porque era lo más manejable, ya que a
ella le hubiera gustado llevarse la cabeza en realidad. Y se quedó tan ancha
ella. Obsérvese si no, como sonríe en el momento de la detención:
Sada tan solo pasó seis años en la cárcel.
Luego se dedicó a dar charlas sobre la libertad sexual y se acabó convirtiendo
en toda una celebridad en su país. Desapareció voluntariamente del mapa en 1970
y hoy se le da por muerta.
La historia es tan escalofriante como
enigmática, digna de inspirar otra película de mano de Tarantino. La
personalidad de esta Mantis nos demuestra una vez más como la búsqueda del
placer puede hacernos traspasar los límites de la cordura y acabar colgad@s del
techo con un orgasmo final de categoría. No son pocos los casos en los que a la
gente se le ha ido la mano. Aquí les dejo con los más sonados:
- El compositor Frantisek Kotzwara murió a causa de asfixia erótica en 1791. Posiblemente sea el primer caso registrado.
- El 27 de agosto de 1830, el príncipe Luis Enrique de Borbón-Condé (1756-1830) fue encontrado ahorcado, con los pies tocando el suelo. Posiblemente estuvo implicada su amante, la Baronesa de Feuchères. Actualmente se considera que fue un caso de asfixia erótica.
- El 5 de mayo de 1968, el actor estadounidense Albert Dekker (1905-1968) fue encontrado sin vida en su cuarto de baño. Estaba desnudo, arrodillado en la bañera con un lazo alrededor del cuello atado a la barra de la cortina de baño. Estaba esposado, con los ojos vendados, amordazado y tenía escritas todo el cuerpo palabras sexualmente explícitas pintadas con lápiz de labios rojo. El forense dedujo que se trató de un caso de autoasfixia erótica.
- El 18 de julio de 1975, el dibujante e historietista estadounidense Vaughn Bodē (1941-1975) murió por esta causa, aunque quizá utilizaba la asfixia como una ayuda para la meditación, porque sus últimas palabras a su hijo Mark (1963-, actualmente también historietista) fueron: «Mark, yo he visto a Dios cuatro veces, y pronto voy a volver a verlo. Eso para mí es lo número uno, y tú eres el número dos».[2]
- En 1994, el diputado conservador británico Stephen Milligan murió en un caso de autoasfixia erótica combinado con autobondage.[3]
- El 17 de mayo de 1996, el cantautor estadounidense de rock Kevin Gilbert murió a causa de esta práctica.
- El 16 de octubre de 1996, Sharon Lopatka (1961-1996) fue asfixiada hasta morir por un hombre que había localizado a través de un mensaje de Internet (donde pedía un hombre que tuviera la fuerza suficiente para asfixiarla hasta morir mientras realizaban el acto sexual).
- El 22 de noviembre de 1997, el cantante australiano Michael Hutchence (1960-1997) fue encontrado muerto en su habitación de hotel en Sídney. Aunque la causa oficial de su muerte fue el suicidio, podría haber muerto a causa de asfixia autoerótica.[4]
- El 19 de agosto de 2004, Kristian Etchells (29), joven neonazi británico del partido Frente Nacional.[5]
- El 28 de marzo de 2007, el New York Times presentó la historia de un adolescente que sufrió un ataque cardiaco y pasó tres días en estado de coma después de ahorcarse a solas. Meses después, tras su recuperación, se dedicó a hacer presentaciones en escuelas para hablar contra este juego peligroso.[6]
- El 4 de junio de 2009, el actor David Carradine (1936-2009) fue hallado muerto en su habitación de hotel en Bangkok, Tailandia, con signos de haber practicado la asfixiofilia.[7]
- El 20 de diciembre de 2011 el subsecretario de Comercio Exterior de Argentina Iván Heyn (1977-2011) falleció ahorcado en una habitación de hotel en Montevideo Uruguay durante una convención de presidentes.[8]
No hay comentarios:
Publicar un comentario