miércoles, 12 de junio de 2013

Use your mind




Nada hay mejor que la imaginación. Con ella puedes hacer cuánto quieras y del modo que quieras. Puedes ser otra persona, rodearte de otros escenarios, pensar de una manera diferente…. ¡Qué maravilloso albedrío!

Sin ella yo no habría podido disfrutar de muchos y estupendos momentos que, además, han sido sólo para mí. Nadie ha intervenido ni cambiado las circunstancias alterando la historia. Es como ser Dios en un pequeño recinto de tu cabeza.
 
 

Desde muy pequeña la he explorado, explotado y renovado sin parar. Inventé historias maravillosas para mis muchas y destartaladas muñecas, que al final siempre acababan hechas un Cristo. Aunque felicísimas, eso sí.  Les creaba una vida llena de pasiones, alegrías, amor, cambios… cambios muchos, porque eso me permitía poner en marcha la maquinaria de mi agitada cabeza. ¿Para qué querían un vestido de princesa si yo misma podía coserle unos pantalones vaqueros, una camiseta estampada o un traje de oficinista? El resultado dejaba mucho que desear claro… pero yo lo intentaba hasta la médula, me ponía con el hilo y la aguja y puntada a puntada creaba algo parecido a una prenda de ropa. Alguna vez incluso las vestí con papel de wc. ¡Ay, Lady Gaga  las hubiera visto, que alegría pal cuerpo!



En la adolescencia llegó la etapa de la escritura y me dio por hacer cientos de relatos, microrelatos y absurdeces varias que siguieron espoleando mi imaginación sin cesar. Yo todo era inventar historias, obviamente influenciadas por las disparadas hormonas que tenemos en ese momento. Vamos que solía escribir  tragedias griegas colosales con derramamiento de lágrimas y amores prohibidos incluidos. Vaya dramas. Los de Crepúsculo son unos pudibundos al lado de lo que fueron mis personajes.




En fin, he tenido una imaginación lo que se dice muy efervescente y eso me permitió a su vez aprender a disfrutar de mi soledad, porque no me hacía falta nadie para pasármelo pirata. De hecho algunas veces la gente me sobraba por completo. Yo con mis historias podía pasarme horas enteras inventando, cambiado acontecimientos, creando… pero volver a tierra es inevitable y no se puede estar siempre perdida en invenciones porque eso ya es de psiquiátrico.

Aún así, sigo reservándome mi pequeño paraíso privado donde cualquier cosa puede suceder. Continúo inventando historias en mi cabeza sin parar y con las que más disfruto hoy por hoy son con las que propician mi placer en solitario. ¡Qué encuentros sexuales fabrico para que mi cuerpo entre en materia! Nada hay como la propia imaginación para montarse una escena porno de aquí te espero. Actos propios, liberados, sin tabúes ni miramientos. Deliciosos.

¿Qué haría yo sin mi cabecita? No es una gran intelectual ni tiene mucha memoria, no entiende las matemáticas ni la física cuántica, no analiza bien, tiene lagunas… en fin, que en muchos aspectos es muy pobre, pero en otras es una auténtica maravilla. Por imaginación que no sea. De hecho, anoche mismo, fui una señorita vestida de azul a la que un caballero muy moreno masturbó delante del espejo de un ascensor. Esta noche aún no sé lo que voy a ser, pero una cosa es cien por cien segura: yo nunca me decepciono. Y lamentablemente, no puedo decir lo mismo de los demás….

 
 
 

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