Nada hay mejor que la imaginación. Con
ella puedes hacer cuánto quieras y del modo que quieras. Puedes ser otra
persona, rodearte de otros escenarios, pensar de una manera diferente…. ¡Qué
maravilloso albedrío!
Sin ella yo no habría podido disfrutar
de muchos y estupendos momentos que, además, han sido sólo para mí. Nadie ha
intervenido ni cambiado las circunstancias alterando la historia. Es como ser
Dios en un pequeño recinto de tu cabeza.
Desde muy pequeña la he explorado,
explotado y renovado sin parar. Inventé historias maravillosas para mis muchas
y destartaladas muñecas, que al final siempre acababan hechas un Cristo. Aunque
felicísimas, eso sí. Les creaba una vida
llena de pasiones, alegrías, amor, cambios… cambios muchos, porque eso me permitía
poner en marcha la maquinaria de mi agitada cabeza. ¿Para qué querían un
vestido de princesa si yo misma podía coserle unos pantalones vaqueros, una
camiseta estampada o un traje de oficinista? El resultado dejaba mucho que
desear claro… pero yo lo intentaba hasta la médula, me ponía con el hilo y la
aguja y puntada a puntada creaba algo parecido a una prenda de ropa. Alguna vez
incluso las vestí con papel de wc. ¡Ay, Lady Gaga las hubiera visto, que alegría pal cuerpo!
En la adolescencia llegó la etapa de la
escritura y me dio por hacer cientos de relatos, microrelatos y absurdeces
varias que siguieron espoleando mi imaginación sin cesar. Yo todo era inventar
historias, obviamente influenciadas por las disparadas hormonas que tenemos en
ese momento. Vamos que solía escribir
tragedias griegas colosales con derramamiento de lágrimas y amores
prohibidos incluidos. Vaya dramas. Los de Crepúsculo son unos pudibundos al
lado de lo que fueron mis personajes.
En fin, he tenido una imaginación lo que
se dice muy efervescente y eso me permitió a su vez aprender a disfrutar de mi
soledad, porque no me hacía falta nadie para pasármelo pirata. De hecho algunas
veces la gente me sobraba por completo. Yo con mis historias podía pasarme
horas enteras inventando, cambiado acontecimientos, creando… pero volver a
tierra es inevitable y no se puede estar siempre perdida en invenciones porque
eso ya es de psiquiátrico.
Aún así, sigo reservándome mi pequeño
paraíso privado donde cualquier cosa puede suceder. Continúo inventando
historias en mi cabeza sin parar y con las que más disfruto hoy por hoy son con
las que propician mi placer en solitario. ¡Qué encuentros sexuales fabrico para
que mi cuerpo entre en materia! Nada hay como la propia imaginación para montarse
una escena porno de aquí te espero. Actos propios, liberados, sin tabúes ni
miramientos. Deliciosos.
¿Qué haría yo sin mi cabecita? No es una
gran intelectual ni tiene mucha memoria, no entiende las matemáticas ni la
física cuántica, no analiza bien, tiene lagunas… en fin, que en muchos aspectos
es muy pobre, pero en otras es una auténtica maravilla. Por imaginación que no
sea. De hecho, anoche mismo, fui una señorita vestida de azul a la que un
caballero muy moreno masturbó delante del espejo de un ascensor. Esta noche aún
no sé lo que voy a ser, pero una cosa es cien por cien segura: yo nunca me
decepciono. Y lamentablemente, no puedo decir lo mismo de los demás….
No hay comentarios:
Publicar un comentario